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EL AMBIENTE MÁS LGTBI+ DEL EIXAMPLE

  • Encarna García
  • 26 abr 2018
  • 4 Min. de lectura

Son las 16.31 horas de un viernes muy caluroso en Barcelona. Salgo de la estación de los Ferrocarriles Catalanes en Plaza Cataluña y me dispongo a hacer una ruta por los lugares de ambiente LGTBI+ más visitados del barrio del Eixample de la Ciudad Condal.

Subo por la calle Aribau en busca del hotel Axel, un hotel dirigido únicamente a la comunidad LGTBI+. Le pregunto a un turista inglés por la dirección del hotel y me señala la bandera multicolor que ondea en la puerta de este, así que después de agradecerle al turista su ayuda, entro al Axel y me atiende un recepcionista con acento cubano. Me dice que la iniciativa del hotel es muy necesaria para el colectivo, ya que “hay gente que a día de hoy aún necesita frecuentar sitios en los que sepan que no les van a mirar mal”.

Hotel Axel de Barcelona. Autoría: Encarna García

Puerta del hotel de Barcelona. Autoría: Encarna García

Salgo del hotel, doblo la esquina y en dos minutos aparezco en la calle Muntaner. Tres bares de ambiente diferentes en apenas 200 metros. El Punto Bar, Priscilla (sí, como la famosa película) y La Chapelle. El único que está abierto a las 17.15 horas es La Chapelle, así que entro y pido un refresco. Me llama la atención su decoración, decenas de vírgenes, cruces y santos adornan las paredes del bar. El camarero andaluz de la barra me cuenta que la decoración se debe a que el dueño del garito es un enamorado del animismo. José, así es como se llama el camarero, dice que la mayoría de esta la han traído los clientes, que la mayor parte son hombres, de diferentes partes del mundo y me señala algunas: “esta de aquí es de Zaragoza, aquella de México y la otra de Lima”.

Decoración de La Chapelle. Autoría: Encarna García

Decoración de La Chapelle. Autoría: Encarna García

Un pasillo estrecho lleva a una sala con dos mesas, un sofá y seis taburetes. Enfrente una televisión de no más de 12 pulgadas donde se reproduce la película Con faldas y a lo loco en blanco y negro. En los 12 años que lleva abierto el bar, José no recuerda ningún altercado, más bien todo lo contrario, “vienen muchos clientes heterosexuales ya sabiendo el ambiente y respetan a los demás. La sociedad hoy día es mucho más liberal”. La parte negativa que encuentra en el negocio es el boom de las aplicaciones como Tinder y Grindr, que "están obligando a cerrar muchos clubes".

Después de media hora de una charla muy agradable con el camarero, salgo de la Chapelle para dirigirme a Priscilla, el local más joven de la zona (hace poco más de un año que lo inauguraron). Allí, Adrián, el camarero que además es Drag Queen en sus ratos libres, nos cuenta que la semana pasada hubo un ataque homofóbico por parte de un hombre de unos 50 años. Éste arrancó la bandera LGTBI+ que adorna la puerta del Priscilla, insultando a voces al colectivo. En ese momento, una Drag Queen que había dentro del bar salió a enfrentarse al hombre. “Le salió muy caro”, dice Adrián, “porque además la policía vino y se lo llevó de inmediato”. Añade que es lo bueno de vivir y frecuentar este “gueto” LGTBI+ porque “ante altercados, salen muchas personas a defender”.

Del más nuevo, al más veterano. A las 19.00 horas voy hacia el Punto Bar, que después de 27 años sigue teniendo, tal como dice el camarero que nos atiende, “el mismo o más éxito que el primero día”. Me llama la atención el cartel que viste la puerta “este es un local gay, todo el mundo es bienvenido, pero debes recordar que eres un invitado de la comunidad gay. Si no te vas a sentir cómodo, no entres”. Le pregunto al responsable del bar, David, el porqué de este aviso y me dice que, aunque nunca ha habido problemas, prefieren que la gente sepa el tipo de local que es y así evitar que se sientan incómodos. David me cuenta que el ambiente ha cambiado mucho porque la gente es más maleducada que hace unos años. También dice que las aplicaciones para ligar han fastidiado mucho el negocio de los locales de ambiente porque el “paso de irse al bar a conocer gente ya no hay que darlo, te puedes quedar en el sofá de casa, que es mucho más cómodo y barato”. Mientras charlamos, entra una pareja gay de unos 19 años, que nos miran sorprendidos por la conversación que estamos teniendo. David discrepa con Adrián cuando me dice que en el Eixample ya no se vive tanto en forma de gueto, dando a entender que este tipo de bares lo frecuentan tanto gente del colectivo LGTBI+, como gente heterosexual. Acabamos la conversación y antes de salir del local, David me desea mucha suerte en este proyecto y me invita a “tomar algo” cuando lo desee.

Después de una tarde muy agradable descubriendo nuevos ambientes, vuelvo a casa con un buen sabor de boca, sabiendo que, sin duda alguna, volveré alguna noche al Eixample con mis amigos.

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